martes, 5 de agosto de 2014

EL GRITO DE ALCORTA, MOMENTO HISTORICO Y LOS GRITOS DE HOY, programa Nº 97 del 2 de julio de 2014

Información extraída del libro “A 100 años del Grito de Alcorta. Soja, Agronegocios y Explotación”. Autores. Oscar Ainsuain y Mariana Echaguibel Contexto internacional y nacional Hace cien años comenzaba la protesta agraria más importante de la historia argentina. Para comprender su significado y sus implicancias convendría analizar algunos hechos, tanto del orden internacional como del nacional, que coadyuvaron para que durante cuatro meses más de cien mil colonos conmovieran a la Argentina agroexportadora, paralizando por completo la producción y comercialización de granos. Europa atravesaba un proceso de industrialización que generó abundante oferta de productos manufacturados, demanda de materias primas y excedentes de capitales en busca de mejores tasas de ganancia. El referido contexto obligó al reacomodamiento de América que se incorporó como productor de materias primas y alimentos. Nació así el modelo agroexportador, basado en la exportación de carnes y granos, producidos a partir de la explotación extensiva de los suelos, que requería de capitales externos para inversiones. Este modelo llegó a generar una enorme brecha entre la superabundancia de los terratenientes, plagiarios de las aristocracias europeas, y la situación de opresión de los campesinos y demás sectores populares. En el país, a partir de 1850 y sobre la base del genocidio y robo de tierras de los pueblos originarios, se produjo un fenomenal proceso de concentración de los suelos. Para ponerlos en producción, los beneficiarios del saqueo apelaron a la incorporación de mano de obra inmigrante proveniente de las zonas más empobrecidas de la vieja Europa. Fue así como en 1876 se sancionó la Ley de Inmigración o Ley Avellaneda, que planteó una ambiciosa propuesta de colonización que debía realizarse sobre tierras públicas, pero de la que también podían participar los privados. El objetivo de la norma era desarrollar la agricultura poblando el interior con miles de productores extranjeros. Estos, embaucados por la oligarquía, llegaron a la Argentina con la promesa de acceder a la tierra pero, al no respetarse la legislación, terminaron trabajando como arrendatarios, apareceros, medieros, o lo que es más grave aún, como trabajadores golondrinas que permanecían en el país durante tres o cuatro meses de cosecha para luego retornar al viejo continente. Obligados a aceptar abusivos contratos, los arrendatarios junto al resto de los trabajadores del campo, fueron los que en definitiva desarrollaron económicamente la Pampa Húmeda, para beneficio casi exclusivo de los grandes propietarios y del naciente imperialismo, favorecido con las concesiones de las construcciones ferroviarias y portuarias y el manejo oligopólico de la comercialización de granos. La expansión cerealera nacional de fines de siglo XIX y la primera década del siglo XX fue posible gracias a la contracción de las exportaciones de granos de EEUU. El mercado interno de ese país, favorecido por un poderoso desarrollo agrícola industrial, consumía el grueso de su producción granaría, lo que le permitía a Argentina incrementar sus exportaciones con el objetivo de satisfacer los requerimientos del mercado mundial. A la vez, en toda la pampa húmeda (Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires, Córdoba y La Pampa) el boom cerealero conllevó un extraordinario aumento del número de arrendatarios y aparceros, en su mayoría extranjeros. BOOM CEREALERO, principios de Siglo XX Al comenzar el siglo XX, las exportaciones nacionales crecieron de manera considerable, continuando con el dinamismo adquirido durante la década de 1890. El promedio de la exportación de trigo del período 1910-1914 creció un 164% respecto de 1895-1899, el de maíz, un 251%; y el de las semillas de lino, un 225%. A la vez, si consideramos los valores de las exportaciones en pesos oro, las cifras son aún más significativas ya que representaron el 259% de aumento para el trigo, el 618% para el maíz, y el 483% para el lino. Santa Fe, que por entonces no había desarrollado una poderosa industria frigorífica, fue el motor del boom cerealero nacional. Hacia 1908 la provincia se ubicaba como el primer productor nacional de lino y el segundo de trigo y maíz, detrás de Buenos Aires. La expansión del cereal fue acompañada por una oleada de construcciones ferroviarias encaradas fundamentalmente por los ingleses. Ya no en líneas troncales, sino en el armado de una inmensa red, una verdadera telaraña sobre la zona pampeana, que le permitiría a esa potencia tener el monopolio del transporte. Las compañías ferroviarias Buenos Aires y Pacífico, Central Argentino y del Sur y del Oeste otorgaron un tratamiento preferencial a las “Cuatro Grandes”: Bunge y Born, Louis Dreyfus y Co, Huni y Wormser, y Weil Brothers. Hacia 1914 el control de los embarques cerealeros argentinos estaba concentrado en Bunge y Born (23%), Louis Dreyfus y Co. (22%), Huni y Wormser (10,5%), Weil Brothers (10%), el resto en otras compañías también extrajeras. Estas multinacionales comercializaban el 98% del total de las exportaciones de granos. El 65% era controlado por las “Cuatro Grandes”. La expansión cerealera fue posible por la existencia de condiciones externas favorables –fundamentalmente la retracción de ventas de EEUU- que permitieron una creciente exportación de cereales y lino. El desarrollo agrícola e industrial norteamericano hacía que su mercado interno absorbiera lo fundamental de su producción. En cambio en Argentina, producto del latifundio y la dependencia, se registraba una escasa demanda poblacional de cereales, motivo por el cual se generaba una enorme desproporción entre el consumo y producción. A diferencia de lo que sucedía en Norteamérica, en nuestro país el crecimiento de la agricultura no estuvo vinculado al desarrollo interno del capitalismo (expansión del mercado interno y secundariamente del externo), sino que este desarrollo se daría manteniendo el latifundio y respondiendo exclusivamente a las necesidades del mercado mundial. Argentina y EEUU, tuvieron dos modelos de desarrollo distintos, lo que se reflejó claramente en las ventas al exterior que realizaron ambas naciones. En el período 1911-1914 Argentina exportaba el 61% de su producción de trigo, el 77% del maíz y el 82% de la de semilla de lino; y EEUU el 17,5% de trigo, el 1,7% del maíz y el 0,04% de semilla de lino. ARRENDAMIENTOS: El motor del boom cerealero En el período previo al Grito de Alcorta el crecimiento poblacional fue vertiginoso. En 1860 Santa Fe era la séptima provincia del país en cuanto a población, y en 1895, debido a la llegada de contingentes europeos, pasó a ocupar el segunda lugar detrás de Buenos Aires con 397.200 habitantes. En 1914 esa cifra llegaría a 899.640. El proceso de colonización le permitió a los dueños de la tierra disponer de la fuerza de trabajo necesaria para generalizar el uso de los arrendamientos, el motor del desarrollo de la producción de granos. Esto posibilitó que los propietarios obtuviera enormes ganancias a partir de usufructuar el trabajo de esos inmigrantes, mientras la inmensa mayoría de los arrendatarios eran arrastrados a la ruina. De acuerdo con las cifras publicadas por el Censo Agropecuario de 1895, más de la mitad de los agricultores de la provincia no eran propietarios (36% arrendatarios y 15% medieros). El departamento con menos cantidad de contratos de alquiler era Las Colonias, el primero en denotar la presencia de asentamientos agrícolas, mientras que los que registraban los más altos porcentajes eran General López (71%) y Belgrano (78%), los últimos en incorporarse al proceso colonizador. Al igual que en la actualidad, los arriendos se pactaban en dinero efectivo o a porcentaje de la cosecha; en ambos casos los gastos, salvo los impuestos, corrían por cuenta del arrendatario (contrato leonino). Las mejoras introducidas en la explotación no eran reembolsadas e, inclusive, algunos contratos tenían clausulas que obligaban al arrendatario a alquilar las maquinarias, comprar los insumos y vender la cosecha en los lugares indicados por el contratante. LA ASAMBLEA DE ALCORTA La convocatoria a la Asamblea que dispuso el paro agrario había surgido de los campesinos de Alcorta, dirigidos por Francisco Bulzani, quienes además del aval de los curas de esa localidad y Máximo Paz, los hermanos José y Pascual Netri, contaban con el respaldo de los comerciantes de la zona. El 25 de junio de 1912 una multitud se dirigió a la Sociedad Italiana de Alcorta, dispuesta a terminar con la distribución inadmisible de las ganancias obtenidas por cultivar la tierra y con la explotación a la que eran sometidos los arrendatarios, que trabajaban de sol a sol y por buena que fuera la cosecha, al final de ésta no quedaban utilidades para subsistir. Se percibía un descontento generalizado debido a la mala cosecha y la pronunciada baja de los precios. En 1911, producto de la langosta y de la sequía, la magra producción había llevado por las nubes los precios de los granos; y al año siguiente, las condiciones climáticas favorables permitieron una cosecha récord que provocó la baja del valor de los granos por la abundancia de oferta. Los chacareros comprobaron que luego de saldar sus obligaciones no les habían quedado utilidades. En 1911 la producción de maíz cayó de 4,5 millones a 750 mil toneladas, y en 1912 el precio internacional del maíz bajó de 2,45 a 2,14 pesos y el del trigo de 4,30 a 3,68 pesos. A esto se sumaba la corta duración de los contratos de arrendamiento –el 55% se pactaban a menos de 3 años y sólo el 10% llegaba a los cinco años-, lo que no daba posibilidad de recuperación a la mayoría de los productores adeudados. Contrato tipo de arrendamiento hasta ese momento: puntos más conflictivos • El señor… (arrendatario) destinará este terreno puramente para agricultura, obligándose a sembrar totalmente el campo, pudiendo dejar solamente para pastoreo de sus animales un diez por ciento por el cual pagará treinta pesos moneda nacional c/1, por cada cuadra cuadrada y por año, y cincuenta pesos de lo que excediera del diez por ciento. • El señor… (arrendatario) pagará a los señores… (propietarios) por arrendamiento el 45% del producto total de lo que coseche trillado y embolsado libre de todo gasto a elegir del producto cosechado. • El señor… (arrendatario) se obliga a vender a los señores… (propietarios) la parte que le corresponde de los cereales que coseche, al precio corriente y condiciones de plaza. • El señor… (arrendatario) se obliga a trillar y desgranar los cereales de su cosecha con las máquinas de los señores… (propietarios) o con las que estos señores autoricen y comprar a los mismos señores, las bolsas vacías para el embolse de los cereales. • El señor… (arrendatario) no podrá disponer en forma alguna de los productos que coseche sin antes haber retirado los señores… (propietarios) las partes que le corresponda por arrendamiento y haberles pagado lo que les adeudare. • El señor… (arrendatario) se obliga a trabajar bien la tierra, sembrando las semillas de buena calidad, y en cantidad suficiente. Hará la siembra de maíz dando dos rejas, rastreando y carpiendo en tiempo oportuno. Y si el maíz naciera mal o fuese comido por la langosta o destruido por la helada, el señor… (arrendatario) se obliga resembrarlo siempre que los señores… (propietarios) se lo indiquen. Todas las semillas, antes de ser sembradas serán inspeccionadas por el Administrador del Establecimiento, quien podrá desechar y prohibir que sea sembrada la que no está en condiciones. • El señor… (arrendatario) no podrá tener más que cuatro cerdos, de los cuales entregará a los señores… (propietarios) uno anualmente de ciento veinte kilos más o menos en el mes de julio. El modelo de contrato que se puso a consideración en la Asamblea, confeccionado por el Dr. Francisco Netri, y que fue aprobado por unanimidad, para que a partir de ese momento sea usado como base en las tratativas con los locadores. • Se pagará por arrendamiento el 25% del bruto de la cosecha, en parva y troje. • Los señores propietarios cederán gratuitamente el 6% de la tierra arrendada con destino a potrero o pastoreo. • El colono pasará aviso a los señores propietarios cinco días antes de trillar o desgranar, quienes tendrán ochos días de plazo para retirar la parte que les corresponde por arrendamiento. Pasados los ocho días, el colono se obliga a destruir malezas y conservar en buen estado los edificios con alambrado, etc., de que se haga entrega, salvo el deterioro por el uso. En caso de ser invadida por la langosta, se compromete a combatirla. • La duración de los contratos no podrá ser menor de tres años. HUELGA, REPRESIÓN Y TRIUNFO PARCIAL El 7 de julio, luego de analizar el conflicto, los campesinos de Alcorta, Bombal y Pergamino invitaron a los agricultores y propietarios de tierras de la jurisdicción de Chabás, Sanford, y colonias vecinas a una reunión con el fin de intercambiar las ideas referentes al conflicto pendiente, celebra en Alcorta el 10 de Julio, a las 10 de la mañana, con asistencia del letrado, Dr. Netri. El informe original de la comisión fue contundente. Luego de analizar el origen, las causas y las consecuencias de la huelga, se arribó a la conclusión de que la razón estaba del lado de los productores, lo que provocó la ira de los propietarios que denunciaron que todo era obra de elementos que estaban al servicio del anarquismo y el socialismo. Los terratenientes le reclamaron al gobernador radical Menchaca que aplicara “medidas de seguridad” porque de lo contrario perderían toda la cosecha. Cediendo a las presiones de los grandes propietarios de la Sociedad Rural de Rosario, un vacilante Mechaca miraba hacia otro lado mientras la policía reprimía a los huelguistas que eran sacados de sus hogares y llevados a las comisarías bajo la acusación de perturbar el orden. Las crónicas de la época revelaban que fueron detenidos durante el conflicto, colonos de Firmat, Santa Teresa, Villa Constitución, Alcorta, Marcos Juárez, Carmen, Arteaga y Venado Tuerto. También terminaron encarcelados algunos hombres de prensa que expresaron una posición a favor a los huelguistas como el peridiosta Basualdo, director del diario “Ecos del Sur” de Venado Tuerto, y curas como José Netri y Ángel Griotti de Arteaga. Cárcel y tortura fueron el preludio de lo que vendría después; los dirigentes agrarios anarquistas Francisco Menna y Eduardo Barros fueron asesinados en Firmat y Francisco Netri en Rosario. Ante el temor de afrontar grandes pérdidas económicas, algunos sectores de la oligarquía santafesina intercedieron para solucionar el conflicto. Como señalará Jimena Sáenz en su libro “Entre dos centenarios 1910-1916”…”Hasta Lisandro de la Torre intervino en el asunto, para recomendar a sus colegas de la Rural que era preferible ceder, a fin de salvar la cosecha del año y no perderla totalmente”. Los terratenientes fueron accediendo lentamente al reclamo y hacia mediados de 1913, superado el paro y con la producción agraria funcionando a pleno, la inmensa mayoría de los arrendatarios había obtenido una importante rebaja de los alquileres. Si bien el Grito de Alcorta no logró modificar la estructura agraria latifundista, los grandes propietarios tuvieron que aceptar requisitos menos restrictivos en los nuevos contratos. De todos modos la oligarquía logró mantener cláusulas leoninas (clausula impuesta por una de las partes. Que va en contra de todo principio de buena fe, donde una de las partes se beneficia con las ganancias, y la otra asume las perdidas) como las de los artículos 3, 4, 5 y 6 de los contratos tipo, que imponían restricciones a la libertad de comprar y vender. LA FUNDACION DE FEDERACION AGRARIA ARGENTINA. A medida que se extendía el conflicto comenzaba a asomar cada vez con mayor fuerza la necesidad de conformar una entidad capaz de agrupar, representar y defender a los agricultores, idea que había sido expuesta por Francisco Netri en la asamblea de Alcorta del 25 de junio. Por tal razón, esta fecha es considerada como la del verdadero nacimiento de la entidad que con posterioridad, el 15 de agosto de 1912, pasaría a llamarse Federación Agraria Argentina (FAA), que desde entonces se convirtió en el instrumento gremial de los colones rebeldes, luego devenidos en pequeños propietarios. El Dr. Netri: Netri simpatizaba con el Partido Socialista y conocía a Juan B. Justo, un importante productor agropecuario y miembro de la dirección de ese Partido. La mayoría de sus cuadros impulsaron la medida de fuerza, difundiendo los reclamos y organizando a los productores que influenciaban. Ese fue el principal aporte de los socialistas a la medida de fuerza. En la nota aparecida en el Boletín, una especie de balance de la lucha, se puede apreciar la mirada de Netri sobre la gesta que comenzó en Alcorta. En la misma, desde una posición antiterrateniente, rescata la heroicidad de los huelguistas y el papel de la FAA, critica con dureza al sector más reaccionario y recalcitrante de la oligarquía, y reivindica el proceder de muchos propietarios que terminaron aceptando los derechos de los explotados. Se podría decir que este artículo refleja la ideología de Netri. El mantuvo esta visión política e ideológica hasta su muerte. Cuando en agosto de 1914 comenzó la Primer Guerra Mundial y los terratenientes, afectados por la crisis del comercio exterior que provocó la contienda antiimperialista, pretendieron volver al pasado exigiendo aumentos y condiciones abusivas de los arrendamientos y aparcerías, se encontraron con la férrea oposición del dirigente federado. La oligarquía, como ha sucedido a lo largo de la historia, fue poniendo en práctica novedosos mecanismos para garantizar su renta parasitaria. En Santa Fe impulsó la organización de la “Liga de propietarios” que, desde el poder que le otorgaba la concentración de las tierras, intentaba que sean los agricultores los que soporten el peso de la crisis. Criticando la iniciativa Netri escribía: “ Se expulsan de los campos a los socios de la Federación Agraria Argentina porque nosotros aconsejamos al colono la forma mas provechosa de trabajar la tierra(…), porque predicamos que la agricultura nacional va a la ruina si no se cambia la forma de la actual colonización, empezando por los contratos de arrendamientos, porque enseñamos a los colonos a pedir una escuela por cada colonia de cinco leguas, porque les decimos que deben unirse formando cooperativas de consumo y de producción (…), por todo eso (…) desalojan a los colonos que cometen el “delito” de escucharnos y seguir nuestros consejos”. Netri, además de defender legalmente con coraje a los arrendatarios de la mezquindad y la codicia de los grandes propietarios, llegó a vislumbrar la urgente necesidad de reemplazar el modelo colonizador vigente por otro que ayude al mercado interno. Un modelo que, basado en la constitución de cooperativas de producción y de consumo, favorezca al desarrollo de las colonias y de los pueblos. Sólo así los más débiles y postergados del campo podrían salvarse de las garras de los acopiadores y de los grandes propietarios que se apropiaban de lo principal de la renta agropecuaria. Era tan acertada la visión de Netri que a 100 años del Grito de Alcorta, la FAA enarbola los mismos postulados cuando reclama por un “millón de chacras”. LA MILITANCIA GREMIAL DE FRANCISCO NETRI Su bisnieto Gustavo Netri, cuando analiza la incorporación de su bisabuelo a la lucha gremial, revela que este dejo atrás un pasar sereno, burgués, sin peligros ni sobresaltos económicos. Y si bien siempre fue partidario de la moderación, al tomar contacto con la sombría realidad por la que atravesaban los arrendatarios, el hombre sosegado y apacible se transformó en un dirigente firme y apasionado que no dudó en entregar su vida en defensa de los desposeídos del campo. Los primeros pasos de Francisco en el movimiento de protesta fueron cautelosos, propios de los dirigentes que antes de arriesgar opiniones, necesitan pasar de la etapa del conocimiento sensorial al conocimiento racional. Fue así como el 25 de junio, recién después de almorzar con varios dirigentes e interiorizarse sobre la problemática de los arrendamientos, se decidió a mostrar el modelo de contrato que con posterioridad aprobó la asamblea. Desde hacía bastante tiempo Francisco venía recibiendo amenazas pero siempre las desestimó y nunca aceptó tener custodia, tal cual le aconsejaban algunos amigos y compañeros de lucha. Conmovido, Gustavo cuenta que su entorno presentía el final ya que en distintos círculos se hablaba de que la vida de Netri corría peligro “y hasta hubo una solicitada en un diario que decía: hay que matar al abogaducho de los pobres”. Sin embargo, a Netri la muerte no lo encontró desprevenido, no había tomado un solo recaudo, y hasta hubo que hacer una colecta para afrontar los gastos del entierro. En relación al móvil del crimen, Gustavo no tiene dudas y aporta datos hasta ahora desconocidos: “Siempre se especuló que fue un asesinato político porque él se inclinó por los pobres en contra de los burgueses y lo terratenientes de la época. Cuando los arrendatarios se negaron a que los terratenientes les metieran las manos en los bolsillos, los dueños de mucha tierra, los empresarios de la época, lo mandaron a matar. En la causa judicial consta que una semana antes del crimen, Ocampo estuvo practicando en Tiro Federal. Esto corrobora que hubo un plan para matar a Francisco. Hubo premeditación y alevosía”. ANTONIO NOGUERA : PERIODISTA, AGRICULTOR Y PRIMER PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN AGRARIA ARGENTINA Noguera era afiliado al Partido Socialista, siendo el principal referente en la zona de esa fuerza política. Hasta 1911 había ejercido la profesión de periodista en la ciudad de Pergamino, provincia de Buenos Aires, como director del periódico “Nuevo Heraldo” del que era propietario. Se trataba de un diario combativo de tendencia socialista. Ese año adquirió un campo a pocos kilómetros de Pergamino y se dedicó con entusiasmo a la agricultura. En el frente de su modesta chacra colgaba un cartel que de algún modo pintaba el pensamiento y la militancia de Noguera: “Sembrando ideas o sembrando papas se contribuye a engrandecer la patria”. La participación en Pergamino de la medida de fuerza fue impresionante. En pocos días, más de dos mil colonos se habían afiliado a la Unión de Agricultores por lo que el ministerio de Agricultura de la Nación, temiendo que se pierda la cosecha, decidió enviar al lugar al Ing. Lahitte, un funcionario de esa carteta, para dialogar con los huelguistas. El representante gubernamental pidió levantar el paro. La serena y firme respuesta de Noguera muestra la combatividad y claridad política del periodista devenido en productor agropecuario: “El movimiento agrario sólo será levantado cuando los terratenientes nos otorguen las mejoras que solicitamos”, contestó Noguera, para agregar “nos hemos levantado, señor Lahitte, por necesidades económicas profundas. Nos hemos levantado para exigir justicia y más pan para nuestros hijos. Sembramos el trigo y lo cosechamos, luego no tenemos dinero para comprar el pan hecho con ese trigo. Eso es inaudito y debe terminar para siempre. Los propietarios ven sólo sus venales intereses. Nosotros, en cambio, vemos los intereses de un país”. Un atónito Lahitte bajó la mirada comprendiendo que estaba frente a un aguerrido dirigente, y que además tenía razón. Estos mismos fundamentos ya los había escuchado de otros campesinos del departamento Constitución, como Bulzani o Gasparini. EL CAMPO HOY El actual modelo agrario Desde la dictadura, en el país se fueron dejando de lado políticas que favorecían a los productores agropecuarios, a las cooperativas, a la agroindustria y al conjunto de la industria alimentaria nacional que, a pesar de contar con un reducido mercado interno, tenía excelentes utilidades. La profundización de la dependencia y la entrega del patrimonio nacional (apertura de la economía, desregulación y privatizaciones) aplicada desde 1976 por los sucesivos gobiernos, ha producido importantes cambios estructurales en el país. El capital financiero internacional a través de las grandes corporaciones que operan en el mundo y sus representantes o testaferros locales, se ha ido apoderando de lo fundamental del sector agroalimentario y de los puertos, pasando a controlar una de las áreas más importantes de la economía nacional. Los productores y trabajadores de vastas regiones fértiles han sido transformados en tributarios de un puñado de gigantescos monopolios que tienen en sus manos el poder de decisión sobre que debe producirse en el país. Estos grupos también han subordinado el comercio exterior y la propia navegación de nuestros ríos. Sus representantes han uniformado la producción agraria en unos pocos cultivos de exportación, principalmente soja, dejando de lado la chacra mixta que en algunas zonas han desaparecido y en otras corre riesgos de extinción. Hasta 1976, mientras los pequeños y medianos productores abastecían tanto el mercado interno como el internacional, el Estado promovió medidas para facilitar las exportaciones y garantizar el consumo interno. Por un lado, existían organismos estatales que controlaban el comercio exterior como la Junta Nacional de Granos (JNG), la Junta Nacional de Carnes (JNC) y la Dirección Nacional del Azúcar (DNA); y por el otro, regían una serie de regulaciones (tipo de cambio, retenciones, etc.) que tenían como objetivo equiparar los precios internacionales y garantizar la subsistencia de la población, impidiendo que el costo de los alimentos se dispare. A la vez, la existencia de puertos operados por dichas Juntas ofrecían seguridad a los chacareros de un servicio público con tarifas controladas y la posibilidad de defender el precio FOB, que es el valor que reciben los productores luego de deducir los costos de transacción. Posteriormente, y como parte de un plan minuciosamente diseñado, comenzó un proceso para acabar con estas políticas. Con la dictadura se privatizaron los puertos y luego el menemismo no sólo estimuló este camino sino que, cerrando el círculo expoliador, impuso las desregulaciones. El decreto N° 2284/91 de desregulación económica dio lugar a la eliminación de las Juntas Nacionales, del Instituto Forestal Nacional, del Mercado Nacional de Haciendas de Liniers. Este decreto dejó de lado la intervención del Estado en esferas claves de la economía y, a partir de ese momento, los organismos reguladores fueron reemplazados por empresas oligopólicas que pasarían a fijar los precios de los granos por su dominio del comercio exterior. Desde entonces el sector agropecuario argentino se convirtió en uno de los más desregulados del mundo. A grandes rasgos, el modelo rural impuesto de agriculturización podría ser caracterizado como de exportación de commodities y de concentración y extranjerización de producción y de tierras. Un modelo que, con el objetivo de procurar divisas para sostener el Estado oligárquico imperialista, apuesta a producir granos –en especial soja transgénica- y exportar forrajes, aceites y últimamente biodiesel. Un modelo concentrador donde la explotación de millones de hectáreas (el 50% del total) de las mejores tierras agrícolas permanece en manos de no más de 1600 grandes propietarios y pools, que no sólo van controlando el uso de los suelos sino que también concentran progresivamente porciones cada vez más importantes de la producción. No existe una ley que ponga coto a los arrendamientos, no se han segmentado las retenciones diferenciando las escalas de producción, tampoco se ha logrado revertir la extranjerización de la tierra. El drama de la rapacidad es inconmensurable. Al respecto, y teniendo en cuenta que el monopolio del comercio exterior está en manos de empresas trasnacionales, habría que decir que lo principal de la renta agraria no sólo es absorbida por los latifundistas y el capital financiero a través de los grandes pools, sino también por los especuladores financieros o agentes intermediarios del cereal. De los diez principales exportadores argentinos de los últimos tres años, siete son empresas extranjeras (incluidos los tres primeros puestos): Cargill, Dreyfus, Toepfer International, Chevron, Minera Alumbrera y Vintage Oil. De lo expuesto se desprende que en Argentina continúa y se profundiza el proceso de concentración económica del capital, la tierra, la producción agrícola y el comercio exterior, controlado por empresas extranjeras. Pero también habría que concluir que con la irrupción de los pools, al igual que hace 100 años, el éxito productivo de este modelo está basado en la explotación de las grandes mayorías del campo. SOJIZACION En 1996, Felipe Solá, Secretario de Agricultura de Carlos Menem, autorizó el uso de la semilla de soja RR inventada por la multinacional estadounidense Monsanto. RR significa resistente al Roundoup, marca comercial del herbicida total glifosato, también desarrollado por Monsanto. Desde 2004 la multinacional norteamericana que había logrado la supremacía en el mercado nacional, comenzó a presionar para recaudar regalías por el uso de sus semillas, argumentando que en EEUU cobraba 14 dólares y en Brasil 7 dólares por tonelada de Soja RR. Sumado al sistema de labranza conocido como siembra directa, fueron los pilares del proceso de sojización que ha convertido a la zona núcleo en un inmenso mar verde sojero que, con posterioridad, se fue extendiendo a la mayor parte del país. Desde la irrupción de la soja RR se ha incrementado notablemente el total de tierras destinadas a los cultivos de soja, no sólo en la Pampa Húmeda sino también en provincias con menos tradición agrícola como Chaco, Salta, Tucumán o Santiago del Estero. Por ejemplo en Chaco la soja ha avanzado sobre el cultivo de algodón y en Santiago del Estero, Salta y Tucumán se ha producido una avalancha de compras de tierras con montes, que estaban habitadas por pequeños productores, en su mayoría criadores de chivos. Se pasó a talar indiscriminadamente montes para sembrar soja contraviniendo las más elementales leyes de conservación de suelos. El nuevo modelo agrario en números: Entre el 55 y 60% de los granos son producidos por empresas y productores sin tierra, a través de contratos anuales sin más exigencias que el precio del alquiler. Debido a esto, se observa una marcada proliferación de agricultores rentistas. Con respecto a la mano de obra. La cadena agroalimentaria de transformación de granos en proteína animal genera nueve puestos de trabajo directos cada cien hectáreas. En tanto la cadena de la soja produce un puesto de trabajo cada 95,4 hectáreas. Como referencia a la escasa y casi nula intensidad laboral de la producción de soja, convendría destacar que por cada hectárea que pierde la producción lechera (tambo), se necesitan 16 hectáreas de soja para ocupar los mismos puestos de trabajo. POOL DE SIEMBRA Con la incorporación del sector financiero (nacional e internacional) se fue desarrollando esta novedosa forma de asociación que se la conoce como pool de siembra, que se pueden organizar mediante la figura de Fideicomiso financiero o el Fondo Común de Inversión o a través de la emisión de obligaciones negociables (títulos de deuda emitidos por cada fedeicomiso para ofrecer a los inversores). El funcionamiento de un pool de siembra es sencillo. Luego de constituir el capital, los organizadores y administradores arriendan grandes extensiones de tierra para llevar a cabo la producción propiamente dicha, contratan equipos de siembra, fumigación, cosecha y transporte, con el fin de generar economías de escala y altos rendimientos. Finalmente venden la cosecha, descuentan los gastos, entre ellos los de administración, y distribuyen las ganancias o utilidades entre los inversores. En los últimos años, tanto los terratenientes como los pools fueron controlando progresivamente el uso de la tierra y se hicieron cargo de porciones significativas de la producción. Al trabajar en escala consiguen menores costos de producción, ya que acceden directamente a la importación de insumos como herbicidas, fertilizantes, semillas, etc., u obtienen estos productos a menor precio en el mercado mayorista. A la vez logran mejores condiciones de venta para los granos y, en definitiva, terminan optimizando al máximo la rentabilidad del capital invertido. Por último, al alquilar enormes extensiones, el gran capital agrario también consigue distribuir y bajar los costos de asesoramiento y diversificar las producciones y zonas, cubriéndose de posibles calamidades climáticas. Todo esto le ha permitido a los grandes pools de siembra transformarse en un tipo de organización más eficiente y rentable que la de los pequeños y medianos arrendatarios, a las pequeñas y medianas explotaciones que por ahora subsisten por los buenos precios internacionales, pero que en el futuro podrían entrar en zona de riesgo ante cualquier adversidad del clima o del mercado. Ejemplos de pooles de siembra: Grocopatel tiene por lo menos 17.700 hectareas en propiedad, Adecoagro, 248 mil y Agronor. 118.500 Cuando se habla de agronegocios se está indicando que asistimos a una especie de deschacarización donde importantes firmas capitalistas van desplazando a la producción familiar. Los grandes productores comenzaron a ofrecer alquileres superiores a las utilidades que podían obtener los pequeños arrendatarios, los productores chicos o los medianos que no disponen de buenas tierras. A pesar que algunos productores chicos obtienen una utilidad que les permite subsistir, la mayoría, al no poder competir con la renta ofrecida por el gran capital agrario, termina alquilando sus campos lo que facilita la consolidación de los pools. De acuerdo a los expresado, se podría concluir que tanto en los períodos de crisis como en los de bonanzas, de maneras diferentes, muchos pequeños productores se vieron obligados a abandonar sus chacras. En la década del 90 el auge de los arrendamientos estuvo relacionado con la descapitalización de los productores que no pudieron renovar sus máquinas y herramientas y terminaron alquilando sus campos; y con la bonanza productiva y de precios que comenzó en 2005, los pequeños productores se sometieron ante el gran capital agrario que les ofrecía una rentabilidad superior a la que podrían lograr trabajando sus campos. Con crisis o con bonanza, la política agraria vigente funciona como una red invertida de pescadores por donde pasan de largo (se benefician) los peces gordos y quedan atrapados los chicos. Es que la desaparición de las pequeñas chacras y los contratistas chicos tiene que ver con la naturaleza o la lógica del capitalismo en su etapa monopolista, donde los más grandes terminan absorbiendo al más chico. Empresas exportadoras: La influencia y la insaciable sed de utilidades de los grupos concentrados se manifiesta en todos los engranajes del ciclo productivo. Comienza con los increíbles arrendamientos que en la Pampa Húmeda llegan hasta 20 y 22 quintales de soja por hectárea. Continúa con la hegemonía que ostentan las grandes empresas, especialmente las extranjeras, en maquinarias e insumos, y finaliza con el saqueo de los exportadores, que en el último período comenzaron a arrendar campos de manera directa. Con el arrendamiento directo y la generalización del uso de los silos bolsas que modificaron de manera casi definitiva la comercialización de granos, estas grandes empresas que producen, acopian, transportan, procesan y exportar, han logrado posicionarse oligopólicas que se manifiestan en toda la cadena, desde el momento que se alquilan los campos hasta que la cosecha se comercializa en el mercado internacional. En primer lugar, los exportadores se apropian de una renta extraordinaria al pagarle al productor, descontadas las retenciones y los gastos de exportación, un precio inferior al vigente en la plaza internacional. El robo se observa cuando el precio del mercado interno (resultado de las operaciones que se realizan en los mercados disponibles y de futuro en la plaza local) se ubica por debajo de los valores que representan la paridad de exportación (precio FOB menos retenciones y gastos de exportación). A la vez, estas grandes empresas también se apropian de otra porción de la renta agraria a través de los derechos de exportación (DEX), ya que por este concepto el grano de soja paga 35%, el aceite 32%, pero el biodiesel sólo el 13,5%. Las cerealeras en la mayoría de los casos terminan reintegrando al fisco una cifra más baja, ya que además del grano de soja también exportan aceite y biodiesel que ellas mismas producen, lo que les permite tener una posición dominante y una importante ventaja competitiva respecto de los pequeños y medianos productores primarios. La visión de Omar Barchetta: El productor chico: Pequeños productores descapitalizados y contratistas chicos, que al no poder competir con los pools, éstos se lanzan a la aventura de ir al encuentro de tierras marginales, ubicadas en zonas de riesgo pero con alquileres más baratos. De esta manera tratan de protegerse –no fundirse- de una contingencia climática adversa, ya que si bien las utilidades son más reducidas, en caso de pérdida de una cosecha los daños también serían menores. Los que por diversas razones no buscan esas u otras alternativas terminan realizando trabajos para otro contratista, generalmente uno más importante que produce en escala. Deben poner su capital, es decir, su sembradora o su cosechadora, recibiendo a cambio una paga miserable que los convierte en el sector más explotado de la cadena productiva. Aunque son concientes de los riesgos que asumen, los pequeños contratistas terminan aceptando la tercerización debido a que es su última posibilidad de subsistencia. Las diferencias entre los grandes contratistas y los chicos se hacen evidentes a la hora de la renovación de la maquinaria, un momento de inflexión en la economía de un productor, debido a que los que no pueden renovarlas se funden. A la vez la revolución científico técnica –el cambio tecnológico- coadyuva a la consolidación de este proceso de exclusión. Los pequeños productores o los contratistas chicos sólo pueden acceder a una cosechadora a través de créditos a cinco o seis años. Que es el tiempo de utilidad competitiva de la misma; por tanto, si todo sale bien y logran cancelar su compromiso, deben volver a endeudarse para modernizar sus equipos, entrando en un círculo vicioso de compromiso financiero permanente no para capitalizarse sino para mantener su capacidad de producción. De esta forma un número importante de pequeños productores y contratistas chicos han pasado a depender de la usuta bancaria y financiera. Cuando se viven épocas de bonanza económica, con buenos precios de los granos y fácil acceso a crédito, los pequeños productores y contratistas chicos pueden afrontar los compromisos; pero si esos parámetros se alteran, la situación se modifica y los deudores terminan entregando sus maquinarias al banco. Ese es el destino de muchos pequeños productores y contratistas chicos que terminan desapareciendo. Ese es el momento en que se va consolidando la concentración y los más grandes son cada vez más grandes y los chicos tienden a desaparecer. Para Barchetta el boom cerealero de hace un siglo se basaba en la explotación de los arrendatarios, y el boom sojero actual se basa en la explotación de los contratistas. Pequeños productores, se transforman en rentistas. Con la irrupción del agronegocio y los pools, nació un nuevo actor un nuevo actor agrario: el minirestista. Este es productor que tiene pocas hectáreas y no dispone de capital para acceder a la tecnología, por lo que termina arrendando su tierra al que más paga y se va a vivir al pueblo o la ciudad más próxima. La situación del minirentista depende de los precios de los commodities. A modo de ejemplo, en la zona núcleo los pools arriendan a un valor promedio de 20 quintales la hectárea. En la campaña 2010-2011, con la soja a 130 pesos el quintal, un propietario de 50 hectáreas obtenía una utilidad de 130 mil pesos anuales, importe al que debían restarle los impuestos. Los pools, como grandes contribuyentes, son agentes de retención y están obligados a descontar al propietario el 4,5% en concepto de Ingresos Brutos y el 6% (si la condición ante la AFIP es la de Responsable Inscripto) a cuenta de Ganancias. Con estos datos se podría arribar a dos conclusiones. La primera sería que un establecimiento agropecuario menor de 50 hectareas, por ejemplo de 20 o 30, es directamente inviable, ya que las utilidades ni siquiera le alcanzarían para cubrir los gastos de un grupo familiar. Y la segunda está relacionada a la rentabilidad; teniendo en cuenta que el valor de la hectárea es de 20 mil dólares, un campo de 50 hectáreas representa un capital de un millón de dólares por lo que el alquiler percibido de 130 mil pesos menos los impuestos, representa una utilidad anual similar o por debajo de la renta que se podría obtener en el mercado financiero.

No hay comentarios: