La política del pueblo se plasma en una forma de entender y mirar el país. Hoy hablamos del proyecto nacional, popular, latinoamericano, del modelo de inclusión y justicia social.
La política del antipueblo se plasmó sobre la base de la ideología liberal: el proyecto oligárquico y de concentración y acumulación de poder y riquezas.
La tierra no fue ajena a esta lucha entre modelos antagónicos. Más bien fue emblema de ambos en tanto uno buscaba liberarla y ponerla al servicio del bien común y el otro secuestrarla y alambrarla al servicio de los intereses de una minoría. El proyecto popular y el proyecto liberal de país pueden vislumbrarse ya desde el mismo mayo de 1810. Referentes y estrategias cambian a través del tiempo pero en el fondo son expresiones de los dos modelos: unitarios versus federales; interior versus el puerto de Buenos Aires; nacionalismo versus extranjerización; peronistas versus antiperonistas, dictaduras versus gobiernos populares, inclusión versus exclusión, etc. En esta contienda nacional, la lucha por la tierra tiene mucho que decir, ya que quien fue dueño de la tierra, fue dueño del poder en la Argentina.
La tierra tiene historia
Los pueblos originarios que ocuparon esta región eran cazadores y recolectores y estaban íntimamente ligados a la tierra, proveedora de alimentos. Se trasladaban en busca de comida y buscando mejores climas. Así, fueron llegando en distintas migraciones desde el norte de América los guaraníes, al este, los calchaquíes al oeste y los tehuelches desde el sur. Con el tiempo, algunos pueblos se fueron asentando y formaron las primeras comunidades, sobre todo en el norte de nuestro país, donde llegó a tener presencia el imperio Inca. En Buenos Aires se asentaron los pampas, ranqueles y querandíes, pueblos que lucharon contra los españoles a su llegada.
Tan natural era su relación con la tierra, que la Pachamama estaba dentro de sus dioses más importantes. La tierra no tenía dueño ni estaba apropiada. Era un bien común. Se la usaba para la agricultura o la cría de animales y se mudaban siempre antes de agotar el suelo.
Con la conquista española, se impone la propiedad privada. Para fomentar la institución del “adelantazgo”, la Corona otorgaba “mercedes reales” (títulos de propiedad).
Esto da origen a los latifundios, mal endémico de distribución de la tierra en nuestro país.
La colonización se realizó a través de la construcción de ciudades que debían tener algunos requisitos:
1. Situarse en lugar de fácil defensa.
2. Tener agua cerca.
3. Comunidades aborígenes sometidas cerca que prestaran su mano de obra. La forma de planificación de las ciudades era la de los antiguos romanos (cuadrícula). Con una plaza central donde estaba el fuerte y el gobierno y la Iglesia.
Se repartía tierra otorgándole a cada colono media manzana para la construcción de la casa y una o dos manzanas para agricultura y/o ganadería en la periferia de la ciudad. Así nacieron Salta, Santiago del Estero, Tucumán, Córdoba, etc. No obstante, la resistencia aborigen continuó hasta 1880 y gran parte del territorio se encontraba en poder de los pueblos originarios. El primer argentino que se ocupó del problema de la distribución de la Tierra en nuestro país es… uruguayo. José Gervasio de Artigas representa al sector popular de la Revolución de Mayo y en 1814 lanza la primera reforma agraria en América que se podía sintetizar en la frase “Tierra para todo el que la trabaje”, otorgándoles tierras a gauchos, negros, mulatos e indios sin otro requisito que las hicieran producir. Se opone a Buenos Aires que en este tema tiene como exponente a Bernardino Rivadavia, quien toma un crédito de un millón de libras esterlinas de Inglaterra y como garantía pone toda la tierra del Estado.
Esto trajo aparejado la no población del país por la imposibilidad de arraigarse, ya que Rivadavia otorga la tierra en enfiteusis (préstamo de uso con un canon o alquiler en contraprestación). Pocos accedieron a las tierras: sólo los amigos del poder, que luego se quedaron con ellas, consolidando los grandes latifundios que aún hoy padecemos.
Luego de dictada la Constitución nacional, nuestros gobernantes trazaron los lineamientos generales del país para relacionarnos con el mundo. El Imperio Británico le otorgó a la Argentina el rol de país exportador de materias primas (carnes y cereales en general), dependiendo del Imperio para todo lo demás. Para que la Argentina cumpliera con su papel internacional debía tener acceso a toda la tierra que estaba en poder de los aborígenes, por eso se ideó la llamada Conquista del Desierto, que se constituyó en el primer genocidio sufrido por nuestro país.
El reparto de la tierra “ganada” a los aborígenes se realizó entre los militares participantes, los comerciantes que solventaron la campaña y los especuladores que compraban la tierra que les correspondía a los soldados. Resultado: la tierra no se incorporó a la producción y se crearon grandes latifundios especulativos.
Arrasadas las últimas resistencias aborígenes, faltaba poblar inmensos territorios. Entonces, Domingo Sarmiento, Bartolomé Mitre y Julio Argentino Roca sostenían que había que traer población europea para desarrollar el país. Entre 1890 y 1930 ingresaron al país 6 millones de personas, mayormente europeos. Trataron de ir a trabajar la tierra, pero como la tierra ya tenía dueño, volvieron a las grandes ciudades para trabajar en frigoríficos, saladeros, algunas fábricas y en el área de servicios del Estado (correo, ferrocarril, etc.).
Luego de la epidemia de fiebre amarilla que sufrió Buenos Aires, las familias más ricas se trasladaron al norte de la ciudad y en el sur quedaron grandes casonas deshabitadas: este es el origen de los conventillos de la Boca, Barracas, Dock Sud. También se asentaban precariamente en tierras del Estado en casillas dando origen a las villas de emergencia. Durante la Segunda Guerra Mundial, Europa ya no podía proveernos de los bienes que antes le comprábamos.
Se inició entonces, con los gobiernos de Juan Domingo Perón, un proceso de industrialización, de sustitución de importaciones y se empezó a fabricar en el país. Lo que más se precisaba eran obreros: los inmigrantes que habían venido de Europa, aquellos que venían del campo e incluso trabajadores de países limítrofes crearon la megaciudad que hoy es Buenos Aires y su conurbano.
Pueblos Originarios, educación y derechos humanos
Escuela y pueblos originarios
Quisiera ilustrar con una pequeña "anécdota" el abordaje tradicional que la escuela ha tenido (¿y a veces tiene?) sobre los sujetos populares y los pueblos originarios, entre ellos. Una señora de unos 60 años, originaria de Santiago del Estero y que ahora vive en Buenos Aires, primera generación de "escolarizados" por la escuela primaria en su familia, contaba que era capaz de entender el quechua pero no podía hablarlo. ¿Por qué razón, siendo esa comunidad bilingüe, no podía expresarse en esta lengua?. Contaba "en la escuela nos tenían prohibido hablar en quechua". De esta manera, la escuela, formadora de subjetividad, negando normativamente impuso una lengua única, o lo que es lo mismo, la lengua "oficial". [1]
Esta escuela [2], pensada como avanzada "civilizatoria" sobre la "barbarie" (el pueblo criollo, inmigrante y originario), arrasó con la diversidad lingüística, y ocultó la historia viva y popular construyendo una historia oficial cuyo eje es la epopeya de líderes militares que "forjan" la nación primero contra las fuerzas españolas (ocultando también la constitución de los ejércitos integrados por afroamericanos, indígenas y criollos) y luego contra la "barbarie" que impide a la Nación acercarse al modelo ideológico occidental, cuya "epopeya" paradigmática fue la "conquista del desierto" (SIC).
Cambiar la mirada.
Las miradas con las que podemos abordar a los pueblos originarios son múltiples. Quisiera explicitar algunas de ellas.
Una mirada histórica.
Cada vez que se acerca el 12 de Octubre, el acto, la efeméride nos compele a una definición. De que hablamos: ¿"Descubrimiento", "encubrimiento", "des-cubrimiento", "encuentro de culturas", "choque de culturas"? Este posicionamiento no es menor, ya que la llegada de los españoles a este continente cambiará la fisonomía cultural de lo que hoy llamamos "América" (una denominación, por cierto, europea de este continente), friccionando tradiciones culturales distintas como la europea, la originaria americana y la que proviene de los pueblos africanos. Es imprescindible, entonces, entender a América como una realidad compleja cuyo entramado cultural entreteje de hecho estas distintas tradiciones [3] .
Una mirada histórica [4] nos permite una perspectiva sobre el pasado y sobre el presente, sobre nuestra identidad cultural colectiva, compleja y cambiante como todo lo vivo. Pero quedarnos en una perspectiva histórica no es suficiente, caeríamos aún con las mejores intenciones en la trampa que nos tienden la mayoría de los libros de texto para escolares: hablar en pasado.
¡Los pueblos originarios están vivos y luchan por sus derechos!
Reconocemos su pre-existencia en este suelo. ¿Pero reconocemos su existencia actual en América Latina y específicamente en Argentina? ¿Somos capaces de reconocer no sólo las diferencias fisonómicas americanas, o las huellas de su herencia cultural, sino su existencia como pueblo, con sus propios modos culturales y su diferente organización política?
Si bien la lucha por el reconocimiento y el derecho a la identidad y autogobierno de los pueblos originarios no cesaron desde la conquista española a nuestros días, se puede observar un creciente proceso de organización y visibilidad pública de sus reclamos.
En nuestro país, puede señalarse como un hito importante la reforma de la Constitución Nacional de 1994, en donde los pueblos originarios logran introducir en el art. 75 un inciso que dice: "(Corresponde al Congreso: ) 17. Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural ; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano ; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones." [5]
Sin embargo, en las conclusiones del "1er. Encuentro Nacional de Educación e Identidades: Los Pueblos Originarios y la Escuela", realizado el 26 y 27 de Septiembre de 2003, organizado por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), el Departamento de Educación de la Universidad Nacional de Luján (UNLu), y la Mesa de Trabajo de los Pueblos Originarios, podemos leer: "(...) en nuestro país no se garantizan los derechos indígenas contemplados en la Constitución Nacional y en el Convenio Internacional Nº 169 de la O.I.T. ratificado por la argentina... ... (se planteó) la necesidad de modificar el lugar que ocupa la Educación Intercultural Bilingüe, ya no como política compensatoria sino como real política de Estado. Se señalaron una serie de dificultades: ...falta de continuidad en los ciclos superiores de experiencias de EIB que efectivamente se implementan (y con resultados positivos) en el primer ciclo... Qué son escasas las experiencias desarrolladas que abordan cuestiones formativas que trascienden lo estrictamente curricular, siendo éste un punto central en el abordaje de la diversidad." [6]
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¿Como abordar la diferencia?
Si bien la noción de identidad es un concepto complejo de abordar teóricamente, si nos resulta cotidiano identificar quien es el "otro" en contraposición al "nosotros". El "otro", tomado individual o colectivamente, me plantea la necesidad de "suspender" la cotidianeidad para pensarlo. Hay frases del sentido común que nos indican esta necesidad, por ejemplo, cuando decimos que para entender una situación "hay que ponerse en los zapatos del otro", o "todo es según el lugar desde donde se mire", etc.
Hay una larga tradición que atraviesa culturas y tiempos que piensa al "otro" como amenaza. Esta abordaje puede rastrearse desde la antigüedad griega (por poner sólo un ejemplo) en que se pensaba al extranjero como "bárbaro", es decir, carente de cultura, hasta la actualidad, con la sofisticada ingeniería de argumentación que sostiene a las políticas de "seguridad" represivas en nombre de la propiedad, el orden democrático, las tradiciones culturales, etc, etc.
El espanto que produjo la Segunda Guerra Mundial y el conocimiento de un genocidio planificado y ejecutado racionalmente sentó las bases laicas de una visión de las personas desde el concepto de la igualdad universal del género humano. Dice la Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 1: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros."
Una declaración no cambia el mundo, pero puede servir para sentar las bases de una nueva racionalidad que permita una fundamentación igualitaria en la búsqueda del consenso y el diálogo: el derecho de todo ser humano a ser reconocido como igual y no como inferior por el sólo hecho de ser "diferente".
Fuente: http://www.aulaintercultural.org/article.php3?id_article=1055
Situación de los Pueblos Originarios en Argentina
La Constitución de la República Argentina, reformada en 1994, reconoce la preexistencia de los pueblos indígenas, establece su derecho a la propiedad y posesión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan, a la personalidad de sus comunidades, a la participación en la gestión de sus recursos naturales y demás intereses que los afecten y a la educación bilingüe e intercultural
Para el derecho interno argentino los tratados internacionales tienen superior jerarquía a las leyes nacionales y a todas las normas de provincias
Entre los principales tratados ratificados por la Argentina se encuentran el Convenio 169 de la O.I.T., el Protocolo de San Salvador, la Convención de Belem do Pará, el Convenio sobre Diversidad Biológica, la Convención Relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza y la Convención de la UNESCO sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales.
Además, la República Argentina votó favorablemente la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Estas normas reconocen entre otros derechos, la preexistencia de los Pueblos Originarios, el derecho a sus territorios, Autonomía e Identidad, la participación en la gestión de sus recursos naturales. El derecho a la consulta para obtener el libre consentimiento previo informado de los Pueblos para definir cualquier tipo de proyecto ajeno a sus culturas en territorios indígenas y el derecho a la libredeterminacion.
Mientras tanto, qué pasa en los territorios. A riesgo de aburrir sintetizo: el Estado argentino, en contraste con numerosos avances en otras áreas de derechos humanos, mantiene un generalizado incumplimiento de su obligación de resguardar los derechos de los pueblos indígenas, a pesar del marco jurídico muy favorable mencionado en el párrafo anterior.
Decenas de comunidades están siendo desalojadas por la fuerza pública, provocando muerte y violencia física, cultural y sicológica sobre mujeres, varones y niñas, niños jóvenes y ancianos sin distinción, a manos de las fuerzas pública y de terratenientes provinciales, sin que los poderes del estado federal hayan reaccionado, tal cual reaccionan ante otros hechos que han calificados de “muertes políticas”.
A esto se debe sumar las decenas de muertes generadas por pestes ya erradicadas de todos los rincones, excepto de nuestros territorios indígenas, como tuberculosis, mal de Chagas, dengue ocurridas en Chaco, Salta, Misiones, Formosa. Sin contar las muertes por hambre, producto de los desplazamientos forzados de las comunidades de sus territorios de origen para favorecer los monocultivos.
La no aplicación de la Ley Nacional 26.160 de emergencia territorial que ordena paralizar los desalojos contra las comunidades indígenas y realizar un Relevamiento Técnico Jurídico Catastral de las tierras que ocupan las comunidades indígenas del país, profundiza los conflictos territoriales contra los Pueblos Originarios, criminalizando el ejercicio de derechos.
De esta manera se pone en evidencia la discriminación institucionalizada que atraviesa la política estatal a lo largo y ancho de la Republica.
Los gobiernos provinciales se aterrorizan con la posibilidad de que el Relevamiento sea una realidad, esto dejaría al desnudo la arbitrariedad con la que han y manejan la tierra pública.
El Estado Federal genera leyes para favorecer derechos a los Pueblos Originarios pero no crea institutos que controlen su aplicación, dejando en total inseguridad jurídica a los pueblos frente a gobiernos provinciales corruptos que hacen de lo publico una mercancía de uso familiar.
Como podemos ver hay una permanente tensión entre lo legítimo y lo legal. Un gran vacío entre el Derecho y la política pública.
En el último período hemos obtenidos logros importantes en el ámbito judicial, logrando que los jueces reconozcan la aplicabilidad del Derecho a la Consulta como requisito indispensable para definir proyectos ajenos a nuestra culturas en nuestros territorios. Estas definiciones ejemplificadora en el ámbito de la Justicia choca con la injusticia de los políticos de turno.
En la actualidad, en el Congreso Federal existen una media docena de proyectos de ley sobre cuestiones indígenas. Algunos más relevantes que otros. Ninguno parado desde la realidad real que surge de los territorios y bien podemos entrar en el juego de distracción mientras tanto los desalojos, la represión y criminalización se profundizan.
En hora buena que los legisladores trabajen en base a derechos para legislar, allí estaremos para acompañarlos en la tarea.
¿Que hacemos para acompañar este proceso?. Es necesario que acompañemos la lucha de los Pueblos Originarios convocando a una mesa redonda a los representantes políticos de las organizaciones de los Pueblos para debatir y analizar de manera conjunta los proyectos de leyes presentados en el Congreso para incorporar las modificaciones sustanciales al menos en un par de proyectos que con el solo hecho de que se debatan en el Congreso ya seria un avance político importante para acompañar la lucha territorial. Desde la Secretaria de Relación con Pueblos Originarios aportaríamos con un documento base para la revisión y corrección de los proyectos legislativos.
Es importante decir que este aporte es sustancial para las organizaciones indígenas, porque carecen de recursos propios para generar un proceso de incidencia de estas características.
El poder siempre juega con esta carencia para dispersar y debilitar las propuestas indígenas.
Para poder acompañar de la mejor manera posible las luchas territoriales es necesario que los secretarios de Relación con Pueblos Originarios tengan en mano toda la información del contexto y la demanda. No todos son indígenas, tampoco todos están informados del proceso indígena, sus derechos, demandas, interlocución, etc.
Es fundamental poder construir desde una mirada general el mapa de conflicto en los territorios de los Pueblos Originarios, así podremos definir un par de casos emblemáticos para contribuir a visibilizar la demanda.
Es la manera de poder construir de forma colectiva un plan de acción que contribuya y fortalezca la lucha de los Pueblos en relación intercultural hacia un estado plurinacional. Las luchas que no tienen rostros se desdibujan en el torbellino de las injusticias cotidiana.
* Secretaria de Relaciones con los Pueblos Originarios de la CTA
Fuente: http://www.agenciacta.org/spip.php?article777
Santa Fe devuelve 10.000 hectáreas a los pueblos originarios
Raúl Britos, a cargo de la Dirección de Pueblos Originarios de Santa Fe.
Aunque el derecho de los pueblos originarios a vivir en el suelo de sus ancestros está contemplado por la ley argentina desde 1985, la materialización de esa letra "pura" -que la Constitución incluye además en su artículo 75- se desdibuja en una realidad atravesada por los conflictos de intereses: el avance de la frontera agropecuaria, entre otros factores de menor peso que elevaron dramáticamente el valor de la tierra, conspira así contra el reconocimiento legal a una de las demandas fundacionales de las comunidades que poblaban estos paisajes antes de que llegaran los enviados del reino de Castilla.
La reciente represión en Formosa contra una comunidad qom que reclamaba territorios a los que considera de su propiedad es sólo un ejemplo, ni siquiera el más grave, del plato hacia el que suele inclinarse la balanza. En Santa Fe, hace dos años se inició un lento proceso de restitución de tierras a los pueblos preexistentes a la conquista. Suman 10 mil las hectáreas fiscales que la ley vernácula contempla con ese objetivo, y que ya comenzaron a adjudicarse. Entre otras características, las tierras se entregan colectivamente, quedan exentas de impuestos a partir de su toma de posesión, no son expropiables ni embargables y están destinadas a emprendimientos productivos.
"Este proceso de restitución de tierras a las comunidades está ordenado por la ley provincial 12.086 que fue promulgada en 2002 y regulada en 2005. Sin embargo, recién tres años después se puso en funcionamiento la Mesa de Restitución que permitió avanzar en su concreción. Ya hay tres comunidades a las que se les entregaron territorios, y la idea es completar el traspaso de todas las tierras que contempla la norma a fines del año que viene". Así resume la secuencia Raúl Britos, a cargo de la Dirección de Pueblos Originarios de Santa Fe.
"En total, son más de 10 mil hectáreas. La provincia tiene relevadas 152 comunidades, desde Florencia en el límite norte hasta Murphy en el sur, más toda la zona este con San Javier, Helvecia y Calchines, o la oeste con Rafaela. La ley plantea que estas adjudicaciones se den a las comunidades más cercanas a las tierras disponibles, que en la mayoría de los casos son en zona de islas", explica el funcionario.
Las restituciones se otorgan bajo la figura de "comodato" porque aún el Código Civil argentino no contempla la propiedad comunitaria que es, además, parte de la identidad de los mismos pueblos originarios. Pero sí implica un reaseguro contra maniobras de "recompra" que encuentran el camino allanado en títulos individuales.
Para esto, en la provincia se creó el año pasado el Registro Especial de Comunidades Aborígenes, que hasta el momento tiene 12 inscriptas. Este instrumento permite otorgar "el derecho público de personería jurídica en vistas al comodato como paso previo a la escrituración definitiva", indica Britos. Antes de la existencia del registro, los territorios se entregaron a organizaciones "legalizadas" que accionaban en nombre de los pueblos originarios, pero en varios casos éstas entraron luego en contradicción con sus propios "representados", derivando en conflictos legales que aún están en vías de solución.
"La idea de todas estas tierras es que sirvan para desarrollar proyectos productivos, no para urbanizar. Porque en la mayoría de los casos aún no hay red de agua potable ni energía eléctrica o cercanía de escuelas o centros de salud. Es para que las comunidades tengan un espacio de producción propia", aclara Britos sobre el espíritu de la ley 12.086. Y respecto a los destinatarios de las devoluciones, explica que la norma "ordena que se adjudiquen a quienes viven cerca de los terrenos disponibles y tengan una historia de pertenencia al lugar". Estas condiciones son certificadas -agrega- por "el Instituto Provincial de Aborígenes Santafesinos (Ipas) que integran cinco representantes de diferentes etnias: dos mocovíes, dos qom y un colla elegidos por sus propias comunidades".
Fuente: http://www.sinmordaza.com/noticia/99526-santa-fe-devuelve-10000-hectareas-a-los-pueblos-originarios.html
Los pueblos originarios y su búsqueda de una naturaleza sin dueños
Los pueblos originarios de Argentina conciben a la naturaleza con parte de su ser y esencia y se niegan a adoptar la lógica de la explotación y el usufructo económico. Antes de que se conociera el término "sustentable", los indígenas convivían con su entorno sin destruirlo y hoy luchan para seguir viviendo de esa forma. Para eso se organizan fronteras adentro y afuera y denuncian atropellos de los gobiernos y las multinacionales.
En el país viven entre 450 mil y más de un millón de indígenas -según la fuente de consulta- de más de veinte etnias. Muchos permanecen en el entorno natural que los vio nacer, otros han tenido que migrar a las ciudades, en muchos casos por la creciente devastación en la que era su fuente de subsistencia e identidad, explicaron representantes de los pueblos originarios, ambientalistas y funcionarios, a RENA.
El ambiente según dos visiones contrapuestas
"Los pueblos indígenas (cualesquiera que sean) tienen una cosmovisión en la que el hombre es un ser más entre otros de la naturaleza y, en cambio, la cultura occidental es eminentemente antropocéntrica, concibe al hombre como centro de la naturaleza y su tarea es dominar todas las cosas", afirmó German Bournissen, Coordinador Nacional del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA), a RENA.
Para Bournissen, todas las tenias de Argentina tienen el mismo apego con su medio natural, especialmente aquellas que viven en las zonas rurales. "A pesar de esa unión muchos indígenas se ven forzados a migrar a las ciudades por el proceso de concentración de la tierra operado en las últimas décadas. Esta situación que fuerza a los indígenas, especialmente a los más jóvenes, al abandono de sus tierras y sus comunidades tiene enormes costos sociales y culturales para las comunidades", aseguró.
En un congreso sobre la tierra, realizado este año, los participantes definieron de este modo su relación con el entorno natural: "Los pueblos originarios somos hijos de la tierra, que para nosotros es sagrada, por eso afirmamos que no somos dueños de la tierra sino parte de ella, que no la queremos para explotarla sino para convivir con ella, para trabajar cuidando la naturaleza con un desarrollo equilibrado para el bienestar común de la humanidad".
Ese modo de concebir al suelo como un espacio religioso, un lugar de esperanza e identidad, la base y el sustrato de su cultura, fue tenido en cuenta por el Episcopado Argentino en el documento Bases de trabajo para la Pastoral Aborigen. Allí se asegura que "la violencia ejercida contra los pueblos indígenas, casi siempre estuvo ligada a la tierra. Sin la garantía de tierra no hay condición alguna de su sobrevivencia como pueblos y como etnias portadores de culturas originales".
"El aborigen sin tierra no es aborigen. Para ellos la tierra no es una simple mercancía o un bien de producción y lucro. Es como su espacio cultural, el lugar de sus mitos y su historia. Es el hábitat de vida penetrada de tradiciones y valores.
Es el lugar donde reposan sus antepasados. Es la madre-tierra con quien conviven y mantienen una relación mística y religiosa", dice el documento.
Viviana Figueroa, integrante del pueblo kolla, especialista en Derechos Humanos y Derecho de los Pueblos Indígenas de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos explicó a esta agencia: "Los pueblos indígenas poseemos una cosmovisión diferente del resto de la sociedad respecto del medio natural, nos consideramos parte del medio, no estamos para dominarlo. Entre los kollas somos parte de la Pachamama, de la apacheta. Por eso es que nuestros mitos tienen que ver con el respeto a la naturaleza".
Figueroa, diplomada en Derechos Humanos y Derecho a la Educación de la Universidad de Verano (Ginebra) contó que en su etnia, el coquena (ser mítico) cuida los animales, como la vicuña y el guanaco y nadie puede matarlo por que le ocurre. "Si así sucede, esa persona romperá el equilibrio, faltará el respeto a la naturaleza y como consecuencia padecerá enfermedades incurables que lo pueden llevar incluso a la muerte. Esa es la visión que se transmite de generación en generación y nadie la pone en duda", dijo.
"Todos los pueblos indígenas de Latinoamérica tienen esa concepción, que se torna más visible en aquellos que son cazadores recolectores. Esos pueblos ven afectada su situación cuando se producen las grandes deforestaciones por el avance de la agricultura y ahí surgen los graves problemas alimentarios", amplió.
La gente de la tierra
Mapuche (nombre de la nación indígena que vive preferentemente en la Patagonia), traducido literalmente al castellano significa "Gente de la Tierra". Oskar y Natalia, integrantes del Puente de Komunicación Mapuche Avkin Pivke Mapu, explicaron, en diálogo con esta agencia: "Para nuestra cultura, ser gente de la tierra tiene múltiples sentidos. Implica, por ejemplo, considerar que cada Mapuche es un Newen, una fuerza natural, pero una fuerza más entre todas las que conforman lo que conocemos como Naturaleza".
Por ser parte de todo, el Newen de cada MapuChe está en profunda relación con, por lo menos, otro Newen. "Cada Mapuche está en relación, por ejemplo, con el Newen del agua, del viento, del águila o del choique (avestruz). Este es uno de los motivos que hacen que la relación del Mapuche con el territorio sea tan fuerte e importante, porque el territorio natural ancestral y sus fuerzas es lo que permite al Mapuche desenvolverse como tal".
Las diferencias con la concepción occidental-dijeron- son varias y muy profundas. "Pero preferimos no usar esa clasificación porque estaríamos englobando a un montón de culturas que, aunque estén dentro del territorio de lo que se considera mundo occidental, también luchan contra una concepción etnocentrista, conquistadora y colonizadora, destructiva de la vida y su diversidad. Este tipo de pensamiento es el que se encarna en el poder histórico, evangelizador y militar de la iglesia católica, los estados nacionales y los capitales económicos".
Según ellos, la diferencia más visible que tiene esa lógica con su cosmovisión es que concibe a la naturaleza como un recurso explotable del que se puede sacar rédito económico. "Nosotros no nos planteamos explotar la Mapu (Tierra) porque ella es nuestra Madre Tierra, nuestra Ñuke Mapu. Si la lastimamos estamos rompiendo un equilibrio necesario para la conservación de toda la vida".
Pero eso no implica que no utilicen los frutos que la tierra brinda o que su trabajo pueda generar. "Pero una cosa es la abundancia o el deseo de abundancia para todos y el trabajo planificado comunitariamente y otra muy distinta es el afán de poder, de lucro económico y de consumismo compulsivos que violentan los frutos de nuestra Madre".
"Esta forma de voracidad o rapacidad es lo que ha producido el desequilibrio en el que está viviendo toda la humanidad hoy por hoy. Las catástrofes ecológicas son la respuesta de la Mapu, son sus mecanismos de defensa pero esto parece no comprenderse. Por eso siguen dañándola de muerte".
Los MapuChe "no nos podemos quedar en silencio, siendo testigos del genocidio sobre nuestra Ñuke Mapu y toda su vida, todos sus Newen. Este es uno de los motivos que nos movilizan a oponernos y a luchar en contra del desembarco de las multinacionales de la minería en nuestro territorio ancestral y a solidarizamos con aquellos que, como nosotros, estén en esta lucha por la vida", explicaron.
Acusan a multinacionales azucareras como la norteamericana Seaboard Corp. "que ha usurpado tierras de hermanos originarios y hoy tiene militarizado ese territorio ancestral robado" o como la forestal Mininco "en cuyo conflicto ha sido asesinado un hermano mapuche de Gulumapu (Chile)". También a aquellas que realizan monocultivos transgénicos o monopolizan la venta de semillas como Monsanto.
"Lamentablemente, los Estados argentino y chileno han abierto puertas, ventanas y tranqueras para los capitales trasnacionales en la última vuelta de tuerca de la entrega que produce el saqueo, la violación y la destrucción del territorio y la vida", acusaron.
Se atan lazos más allá de las fronteras
Los indígenas se están organizando desde hace muchos años, pero especialmente a partir de la incorporación de sus derechos en la Constitución Nacional de 1994, dijo el Coordinador Nacional de la Pastoral Aborigen.
"Las comunidades se están comunicando entre ellas, afirmando su ser indígena que ha sido agredido durante tantos siglos, tomando conciencia de su pertenencia a un todo mayor que la comunidad, su pertenencia a un Pueblo con una cultura e idioma propio pero con una cosmovisión similar a la de otros pueblos indígenas".
"También se están comunicando con indígenas de otros países con realidades medio ambientales y culturales similares, como los indígenas del Gran Chaco Americano que hace ya varios años se están reuniendo a nivel trinacional (Argentina, Bolivia y Paraguay) para analizar problemas muy graves que los afectan, como los megaproyectos y el avance de la frontera agropecuaria que, como una nueva conquista, busca tierras para desmontar para el cultivo de soja transgénica", agregó.
Viviana Figueroa explicó que en muchas regiones del país el territorio de las comunidades ha sido contaminado y ese es un tema que preocupa mucho a los pueblos de la zona, porque su modo subsistencia está en riesgo. "Las comunidades hoy se están fortaleciendo en cuanto a la importancia del cuidado del medio natural, conociendo las herramientas legales que existen para que esa preservación sea efectiva", aseguró Figueroa.
Varias son las luchas por la protección del medio ambiente que están liderando etnias aborígenes en la vasta extensión del territorio argentino. El pueblo Mbya Guaraní de Misiones (noreste) está peleando para mantener la selva paranaense; el Kolla por la preservación de la Quebrada de Humahuaca en Jujuy y la selva de Yungas en Salta (ambas en el noroeste); el Wichí contra la destrucción de la flora y fauna de la región chaqueña ante el avance de la soja transgénica en Salta, Formosa y Chaco (noroeste y norte argentino).
Además, el pueblo Mapuche se moviliza contra la contaminación del suelo y las aguas causado por emprendimientos mineros (oro y petróleo principalmente) en la Patagonia y el Pilagá busca preservar el Bañado La Estrella de Formosa (norte) que será alterado con la construcción de una ruta, ejemplificó Germán Bournissen, de la ENDEPA.
Fuente: http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Pueblos_Indigenas/Pueblos_Originarios_una_Naturaleza_sin_Duenos
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